¿Cómo contribuye la agricultura ecológica a la sostenibilidad del planeta?

¿Cómo contribuye la agricultura ecológica a la sostenibilidad del planeta?

La agricultura ecológica ofrece múltiples oportunidades para luchar contra el cambio climático. Descubre sus 7 contribuciones principales.

Actualmente, la tendencia de crecimiento de la producción agrícola es insostenible para el planeta por sus altas emisiones de gases de efecto invernadero y los costes externos que provoca. Frente a este desafío, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) incide en la importancia de aumentar la producción alimentaria ecológica a través de cinco objetivos clave:

  • Aplicar prácticas agrícolas resilientes.
  • Aumentar la productividad y la producción. 
  • Contribuir al mantenimiento de los ecosistemas.
  • Fortalecer la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres. 
  • Mejorar progresivamente la calidad del suelo y la tierra.

La agricultura ecológica es un método de producción sostenible, respetuoso y equilibrado que tiene como finalidad obtener alimentos utilizando sustancias y procesos naturales, reduciendo así sus impactos medioambientales. Por esta razón, representa una estrategia a favor de la salud del planeta y de las personas que vivimos en él. Descubre sus 7 contribuciones principales. 

1. Frena el cambio climático 

Los alimentos importados que consumimos recorren largos caminos hasta llegar a nuestras manos, desde su producción hasta el consumidor final. En todos estos pasos se liberan gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera. Los más comunes son el dióxido de carbono, el óxido nitroso y el metano. 

A nivel nacional, en 2021 la agricultura y ganadería aumentaron sus emisiones un 0,4 % respecto al año anterior, y un 2,6 % respecto a 2019. En total, este sector supone el 13,4 % de las emisiones totales de nuestro país.

Según Raigón (2020), la agricultura ecológica reduce y disminuye las emisiones de GEI, a través de:

  • El manejo y desarrollo del suelo como captador de carbono (con más materia orgánica).
  • El uso de estiércoles sólidos frente a líquidos.
  • La no utilización de fertilizantes inorgánicos nitrogenados.
  • La menor carga ganadera.
  • La poca energía contenida en los insumos usados.
  • El uso de materiales orgánicos.

2. Aumenta la calidad del aire

Puesto que en este tipo de agricultura no se hacen fumigaciones de pesticidas ni se usan fertilizantes nitrogenados de síntesis, se reduce significativamente la volatilización de gases nocivos en el aire que respiramos.

En su lugar, se potencia el uso de henos y pajas en las camas de ganado, el compostaje y el requisito de disponer de tierra suficiente para distribuir el estiércol. Todas ellas son prácticas que maximizan el uso de los recursos naturales disponibles. 

3. Disminuye los desechos

En la agricultura ecológica se requieren menos insumos externos, es decir, aquellos productos usados en la producción agrícola, como los fertilizantes y plaguicidas, que no proceden de la propia producción.

Esto es así porque es menos intensiva y se usan otros métodos más respetuosos y sostenibles, como la transformación de los residuos o desechos en recursos que se aplican en la producción. Así se favorece la biodiversidad, se potencian la fertilidad natural de los suelos y, en conjunto, se mejora el rendimiento de los cultivos.  

Conoce la futura Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, una norma pionera en España que tiene como objetivo reducir el desaprovechamiento de alimentos sin consumir que se tira a la basura.

4. Conserva los recursos hídricos y la calidad del agua 

La agricultura es una de las actividades que más estrés hídrico genera a nivel mundial. Esto sucede cuando la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible o cuando su uso se ve restringido por su baja calidad.

En la agroecología los fertilizantes inorgánicos, en particular los nitrogenados y otros elementos como pesticidas de síntesis química y herbicidas, que provocan la infiltración de tóxicos en el subsuelo, están prohibidos, por lo que se limita la contaminación de los recursos hídricos derivada de su uso. 

En cambio, al aumentar el contenido de materia orgánica del suelo, el acolchado con restos vegetales y los abonos verdes, se incrementa la retención del agua en el suelo, reduciendo la necesidad de riego. 

5. Protege frente a inundaciones

Los sistemas de cultivo ecológico reducen los daños por inundaciones o escorrentías de sedimentos. Esto sucede por el incremento de materia orgánica del suelo, que favorece la porosidad y aumenta la capacidad de retener agua.

6. Preserva el paisaje y conserva del suelo

La agricultura es una actividad que erosiona los suelos. Pero un suelo de uso ecológico, en cambio, reduce este impacto. En su lugar y por su tratamiento, las partículas minerales individuales del suelo forman agregados. Es decir, se agrupan y adoptan el aspecto de partículas mayores. Esto hace que mejore la estructura del suelo y disminuya su erosión.

De este modo, las prácticas de la agricultura ecológica –como el compostaje o la rotación– buscan la protección del suelo para aumentar la sostenibilidad a largo plazo de los cultivos.

Además, una mayor agricultura extensiva junto a la unión del binomio ganado-agricultura evita los efectos dañinos del sobrepastoreo, que provoca la degradación del suelo, desertificación y pérdida de biodiversidad.

7. Conservación de la biodiversidad

La diversidad biológica es esencial para la vida y la estamos perdiendo. Sin ir más lejos, Canarias es una de las áreas geográficas más ricas en biodiversidad de la Unión Europea por su singularidad geográfica, la influencia de los vientos alisios y la corriente fría oceánica. Todo ello ha dado lugar a una extraordinaria variedad de microclimas y paisajes naturales.

Sin embargo, el 36,3 % de las especies se encuentran con algún tipo de peligro que las hace vulnerables, muy por encima del 25 % estimado a nivel global. Así lo confirma la Lista Roja de las Especies Amenazadas de Europa de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, de 2019.

La agricultura ecológica es una herramienta clave para recuperarla porque el cambio en los usos del suelo tiene un impacto directo en la biodiversidad animal y vegetal.

La siembra de distintas variedades en estrecha vecindad –conocida como cultivo mixto–, el uso de semillas locales, la rotación y el aprovechamiento de hábitats no cultivados para los depredadores auxiliares, entre otros, brindan una mayor biodiversidad.

Estas prácticas de gestión agrícola suponen numerosos beneficios multisectoriales y multifuncionales para nuestro archipiélago y la sostenibilidad del planeta.

Actualmente, en Canarias, del 33 % de la superficie agraria útil cultivada solo el 7 % se cultiva en ecológico. Además, los indicadores apuntan a que existe una pérdida continuada del grado de autoabastecimiento, así como una dependencia de entre un 60 % y un 90 % de la importación de alimentos del exterior. Ante este panorama, se hace necesario apostar por un modelo de producción agrícola ecológica que apoye el desarrollo sostenible de la actividad.